Líder caído en desgracia deja un legado de populismo


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Bo Xilai, el líder chino más prominente en ser destituido en años, conserva su popularidad a pesar de tener en contra la maquinaria del todopoderoso Partido Comunista.

Por CHRISTOPHER BODEEN CHONGQING / Agencia AP

En parques y plazas de Chongqing, la mega urbe que gobernó los últimos cuatro años, la gente lo reconoció apenas la semana pasada por su audacia en la creación de empleos y por aplastar al crimen organizado. Las personas negaron que hubiese cometido más excesos que otros políticos.

«Bo Xilai hizo realmente cosas benéficas para las personas ordinarias como nosotros. Tal vez fue un poco lejos, pero no tenía miedo y atrapó a muchos tipos malos», dijo Zhang Zhongnan, un vendedor de ropa en la plaza Monumento Liberación.

Bo, de 62 años, dio un inusual toque populista al gobierno que molestó a otros líderes. Esta semana el Partido Comunista lo destituyó de su puesto en el Comité Central y en el Politburó, la cúpula del gobierno, mientras que su esposa fue acusada de asesinato. La medida podría desembocar en su expulsión, su posible arresto y el probable fin de su carrera política.

Pero la persistente popularidad de Bo podría ser difícil de superar. En un momento en que una población cada vez más educada y próspera busca ser más oída, él fue un ejemplo importante de un nuevo tipo de políticos capaces de cosechar el apoyo de las masas y de usar a la prensa.

Su caída ofrece un inusual vistazo a las peleas internas entre los gobernantes de China, que normalmente arreglan sus diferencias a puerta cerrada. La duda ahora es si vuelven a las viejas prácticas o adoptan en parte los métodos más populistas de Bo —incluso si lo expulsan— mientras buscan mantener el apoyo público al gobierno del Partido Comunista.

«Bo cambió las percepciones sobre cómo la gente ve a sus líderes. Era único en su generación», dijo un abogado de Chongqing que pidió ser identificado sólo como Wang, debido a que su despacho hace negocios con el gobierno de la ciudad.

En momentos en que el presidente chino Hu Jintao y otros líderes que se preparan para dejar sus cargos como parte de la transferencia generacional que se hace cada diez años, Bo era visto como alguien que podía movilizar a chinos apáticos y llevar al país a una nueva dirección. Los analistas lo veían como un importante candidato para ocupar un asiento en el Politburó de nueve integrantes, el vértice del poder del partido.

Bo tiene un mensaje y una personalidad propios. Sus políticas –un papel firme del estado en la economía, más programas sociales para las clases trabajadoras y un nostálgico mensaje comunista de esfuerzo colectivo para construir una nación fuerte– se conocían como el Modelo Chongqing, y Bo lo promovía. Trajo a académicos para que redactaran las políticas y cortejó a la prensa para que informara sobre ellas, cosechando fama nacional e incluso sus partidarios subían videos a Internet.

Luego un extraño incidente hace dos meses descarriló su carrera.

El 6 de febrero, Wang Lijun, el jefe de policía que encabezó una popular campaña contra la mafia, acudió al Consulado estadounidense en la ciudad vecina de Chengdu, al parecer buscando protección después de ser despedido por una investigación que involucraba a un miembro de la familia Bo.

Aunque los detalles eran mínimos entonces, el gobierno informó esta semana que Gu Kailai, esposa de Bo, y un empleado doméstico, son investigados por homicidio en la muerte del empresario británico Neil Heywood en noviembre.

Con Bo a la defensiva, surgieron otras acusaciones que incluyen estafas, uso de tortura para obtener confesiones, procesos judiciales selectivos y pisoteo de los procedimientos criminales en los operativos contra mafiosos.

El abogado Li Zhuang estuvo encarcelado año y medio acusado de ayudar a su cliente a fabricar una acusación de tortura durante el interrogatorio policiaco, una acusación que él niega. Tras la acusación, Li dijo que estuvo maniatado a una silla de metal y privado del sueño durante 72 horas.

«Puedes enfrentar a los gángsters, pero tiene que hacerse conforme a la ley», dijo Li, cuyo cliente es el presunto jefe de la mafia Gong Gongmo, quien habría sido suspendido del techo con las esposas durante el interrogatorio, después del cual recibió cadena perpetua.

Bo, como hijo de uno de los principales aliados de Mao Zedong, es uno de los «príncipes» de China, cuyo pedigrí político les ha facilitado el ingreso al mundo empresarial y al liderazgo en el Partido Comunista, en contraste con aquellos como el presidente Hu, quien tiene antecedentes humildes.

Su bautismo político llegó con la Revolución Cultural, el experimento radical de Mao. Bo encabezó una violenta facción de la Guardia Roja conformada por universitarios, que tenían como objetivo a los funcionarios que no tenían su pedigrí revolucionario. Cuando cambiaron los tiempos políticos, estuvo cinco años encarcelado.

El mensaje de Bo en Chongqing resonó con los chinos que quieren una China fuerte y autoritaria y que critican a los actuales líderes de ser demasiado débiles y capitalistas.

Preocupado por la influencia de su nueva izquierda, la semana pasada el gobierno chino cerró algunos de sus sitios populares en internet. El miércoles, los censores bloquearon las búsquedas en microblogs de «Bo Xilai» y otros nombres clave en el escándalo.

A pesar de esto, la nueva izquierda salió en defensa de Bo, colocando en las calles mensajes de apoyo que describen a la actual conducción como vendida a Occidente. «Seguimos apoyando el Modelo Chongqing con nuestras dos manos en alto, no importa hasta qué punto haya sido exterminado», decía un comentario en la página de internet Jinbushe.

Los escándalos dieron una oportunidad a quienes se oponen a Bo, quien fue visto por última vez el 14 de marzo, un día antes de que se anunciase su remoción como secretario del partido en Chongqing.

Los escándalos han sido una «oportunidad enviada por Dios para el nuevo liderazgo», dijo Warren Sun, experto en gobierno chino en la Universidad Monash, en Australia. «Al quitar un elemento tan desestabilizador, el proceso de la sucesión debe ser menos agitado e incierto».

Sin embargo, el sello de Bo ya es evidente. Otros jóvenes líderes también se están identificando con diferentes métodos de gobierno. Wang Yang, antecesor de Bo en Chongqing, que ahora gobierna Guangdong, un centro neurálgico industrial, ha promovido el Modelo Guangdong que permite una mayor participación de la sociedad civil y el sector privado.

En Chongqing, las autoridades han tratado de bajar el tono, y hasta de eliminar por completo, una de las iniciativas de Bo, utilizando «canciones rojas» para promover la organización como se hacía en la época de Mao.

En el parque Shapingba, en el oeste de Chongqing, algunos carteles han sido vandalizados y los nombres comerciales arrancados.