«Â¡Llegó la hora de las mujeres! ¡Todos con Ségolí¨ne Royal!», preconiza una mujer de voz grave, entre el jolgorio del concurrido mercado de Place de Fetes, en un barrio popular del noreste de París, donde la candidata socialista a la presidencia francesa goza de un apoyo abrumador.
Una docena de militantes socialistas se ha dado cita a la hora punta de la mañana, justo cuando los vecinos hacen cola para comprar fruta, quesos o tejanos de marca a precios de saldo. Reparten octavillas y pegatinas rosas y azules, estrechan manos, sonríen con complicidad y aseguran sin titubeos que Royal será la próxima presidenta de Francia.
«Necesitamos unir a los habitantes en torno a Ségolí¨ne. Ella tiene la respuesta a sus problemas de vivienda y empleo», asegura el alcalde del distrito, el socialista Roger Madec, el único que se pasea en traje y corbata entre los coloridos puestos de comestibles, bañados por un sol primaveral.
En vísperas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que enfrentarán a Royal con el conservador Nicolas Sarkozy, el ambiente está que arde y la política se impone como tema de conversación entre los vecinos y comerciantes de este barrio popular, habitado en su mayoría por parejas jóvenes con hijos, jubilados e inmigrantes.
«Vamos a ganar. Si pudiera, votaría dos veces a Ségolí¨ne», indica resuelto Paul Cossé, médico jubilado, a Jean Philippe, que esta mañana coordina la acción de los militantes socialistas.
«Allí arriba hay tres personas repartiendo octavillas de Sarkozy. Id allí para hacerles la competencia», ordena a dos voluntarios que parten cargados con varios fajos. Aunque los sondeos otorgan la victoria el próximo domingo al candidato conservador, los socialistas no pierden el ánimo.
«Si creyéramos en las encuestas, nos quedaríamos en casa», afirma Adama Dauda Kouadio, consejero federal del Partido Socialista que recuerda que en este barrio casi un 40% de los electores votó a Royal en la primera vuelta, frente al 25% que se decantó por Sarkozy.
En el ámbito nacional, el conservador se impuso con más del 31% de los sufragios frente a casi el 26% para la socialista.
«Decían que Ségolí¨ne era incompetente y durante la campaña ha demostrado que vale, que es sincera y combativa», agrega Otman Swad, una mujer de origen argelino que se une al círculo de vecinos que se va formando en torno a los militantes socialistas.
El interés que han despertado estas elecciones en este barrio «es inédito». «En la primera vuelta del 22 de abril hubo una participación récord del 87%»; tres puntos más que en toda Francia, explica orgulloso Kouaido, agregando que el Partido Socialista del distrito empezó a engrasar su maquinaria electoral hace ocho meses para movilizar a sus habitantes.
A los debates vecinales, el buzoneo y el reparto de octavillas se sumó esta vez el puerta a puerta en el barrio Edmond Michelet, integrado por unas 1.800 viviendas de protección social en las que habitan unas 4.000 familias pobres, muchas inmigrantes, gracias a ayudas del Estado. Sorprendentemente, 17% de sus electores votaron en la primera vuelta de las presidenciales de 2002 al líder de extrema derecha, Jean Marie Le Pen.
«Fue un voto de protesta y de hastío. La gente había perdido la confianza en los políticos», explica la militante socialista Jemni Halima. «En estas elecciones, el panorama es diferente. Tienen miedo de Sarkozy, los inmigrantes saben que serán vigilados muy de cerca si es elegido presidente», agrega.
Para convencer a la población de que la mejor opción de futuro para Francia se llama Ségolí¨ne Royal, Halima confiesa: «Nuestra mejor baza es que es la única alternativa a Sarkozy, aunque también insistimos en el hecho de que es una mujer, porque la gente tiene ganas de ver la diferencia con un hombre».
A un centenar de metros, una militante pro Sarkozy extiende una octavilla a una anciana, quien la rechaza: «Â¡Este si que no, ni hablar!», espeta. «Al menos, podría darme los buenos días, señora», protesta exacerbada la joven conservadora.
Mujer argelina que vive en París.