No tiene un botón misericordioso. Si es desenchufado, una pila le permite seguir funcionando. Y al aproximarse la hora de despertar, no se puede reprogramar la alarma.
Puede ser el despertador más exasperante del mundo.
Una vez que suena la alarma, para silenciarla hay que levantarse, acudir a la cocina o el baño y marcar el calendario del día en una especie de disco telefónico. Es la única forma de acallar las exasperantes campanillas que impiden seguir durmiendo.
Fue inventado por Paul Sammut, un ingeniero de 25 años que vive en Hoboken. De día, Sammut construye y prueba robots submarinos y otros vehículos en el cercano Instituto Stevens de Tecnología.
Comenzó a diseñar el despertador ante la dificultad que tenía para levantarse y llegar con puntualidad al trabajo tras la jornada universitaria.
«Quería fabricar algo que me obligara a saltar de la cama conforme a lo programado la noche anterior», dijo Sammut. «Y mientras pensaba en la forma de lograrlo, me acordé que en la escuela de enseñanza superior tenía la solución perfecta, mi madre, y cómo me obligaba a saltar de la cama si era necesario».
Construyó el prototipo durante su tiempo libre y lo usa a diario.
«Ahora me despierto antes que suene», dijo Sammut. «Temo oírlo y sé que debo levantarme».
Por sugerencia de un amigo, grabó un video y lo colgó en www.kickstarter.com.
«Recaudamos más de 150.000 dólares en un mes y medio y tenemos ahora 400 pedidos», dijo el ingeniero.
Sammut formó una empresa e intenta ahora despachar todos los pedidos para fines del tercer trimestre.
Reconoció que existe una forma de silenciar la alarma sin dejar la cama.
«Podría darle un mazazo», dijo Sammut.
Empero, con un precio de 350 dólares, la destrucción del despertador seguramente haría también que el propietario no pudiera conciliar más el sueño.