Centroamérica nunca será una sola


walter-leandro-del-cid-ramirez

Somos uno de los territorios o istmos más singulares del mundo. Somos una región que por su ubicación geográfica, en poca distancia se puede pasar de clima húmedo-cálido a uno seco y frío. Con microcuencas peculiares en extremo. Somos una región que no aprenderá a verse a sí misma en toda su grandeza. Nos veremos con eterno recelo. “Unos contra todos y todos contra todos”.

Walter Guillermo del Cid Ramírez
wdelcid@yahoo.com


De pronto ha surgido una especie de fervor cívico. El “Tío Sam” y todo su séquito de lacayos nos ha insultado de nuevo, nos ha agraviado y pretende imponerse, como ha sido su costumbre. Pero ahora, molesta a estratos diversos. Molesta a la comunidad guatemalteca en su “conjunto”. Y pareciera que hay suficientes elementos para sentir el atropello, tal la cobertura de la “opinión pública”. En este asunto de dignidades, en este asunto de soberanías, en realidad hay mucha tela que cortar. Vamos por partes. En nuestro propio territorio se aglutinan, unos más, otros menos, 24 formas diferentes de comunicarnos, los pueblos originarios y los ladinos conformamos este país en una nación en la que unos pocos niegan el derecho de las mayorías. Pedimos un trato digno hacia el coloso del Norte, pero no nos atrevemos a brindar esa misma dignidad o dignificación a nuestras múltiples comunidades que padecen de hambre, que se mueren por la desnutrición crónica y que con tales condiciones, estarán condenados hasta que se mueran, a la negación de oportunidades de realizarse como seres humanos. Ni el analfabetismo, ni la pobreza extrema, ni la desnutrición crónica, son males atribuibles a una sola administración de gobierno. Estamos hablando de gente que engendra gente con serias limitaciones físicas por su condición de malnutrición. ¿Ese atropello a su más elemental derecho a una vida digna, será o no será un atropello de los más violentos y rudimentarios que puede dar sociedad alguna?

Pero en el tema de la despenalización de las drogas, que vuelve a tomar aires de acaparar la atención pública por más tiempo, haciéndonos olvidar de nuestras propias miserias en cuanto a la carente o casi inexistente institucionalidad. Con una fuerza policíaca desmoralizada y sumamente descorazonada por esa doble moral que caracteriza a nuestra sociedad guatemalteca. Los hechos promovidos por los señores de cuello blanco en materia de las “ejecuciones sumarias o extrajudiciales”, no se miden de igual manera con las que supuestamente lideró una mujer que se abrió paso dentro de una institución vertical, machista y excluyente como la Policía Nacional Civil y ahora, ella sí, es culpable de los delitos que a los otros les fueron exonerados. De unas fuerzas de tareas a las que no llegan suficientes alimentos para aguardar las horas que se necesitan y efectuar los eventuales allanamientos en las horas constitucionalmente habilitadas para el efecto. Entonces el atropello interno a dejarse de lado para visualizar con exclusividad el atropello foráneo.

Bueno, la discusión por alcanzar una posición armonizada entre los países del Istmo centroamericano parece que va rumbo al fracaso y al olvido. Entonces, qué pasaría si durante un día, si durante 24 horas, el Estado de Guatemala se niega simple y llanamente a efectuar persecución alguna de la droga y sus traficantes. Qué pasaría si ese volumen de droga que se trasiega por el territorio nacional en un solo día, se permite sin ningún tipo de restricción. Qué harán los cárteles mexicanos, qué harán los mafiosos gringos, qué harán las autoridades fronterizas de la Unión Americana. A quién achacarán la responsabilidad de que un día, durante unas horas, también en su propio territorio, en un futuro no muy lejano el precio de la droga baje, pues de pronto habrá más en el mercado de las escuelas, de los lugares de recreación de los norteamericanos y en las calles y avenidas por las que deambulan los que la distribuyen a menudeo entre sus prolija comunidad de consumidores.

Si en el tema de la “guerra a las drogas”, lo emprendido a la fecha, con la plata “invertida” y las leyes “restrictivas” aprobadas, el tema no ha disminuido, el consumo se mantiene alto y los valores de estas también se incrementan. ¿Por qué seguir haciendo lo mismo? Si de cargar el peso de la sangre de las víctimas -vinculadas e inocentes- en esta “guerra sin cuartel”, recae en la población centroamericana, entonces veamos qué pasa, qué harían y que tanto podrían resistir si de pronto su mercado interno se ve colmado de estas sustancias y sus habitantes en su onírico paraíso a precios más accesibles. Centroamérica unida, Centroamérica como una sola, es una utopía. Ni el Parlacen, ni el SICA, ni otro tipo de iniciativas podrán, al parecer, alcanzar éxito alguno en esa empresa que cada vez se aleja más del sueño de la Federación del siglo XIX. Si estamos solos, actuemos solos. Qué otra. Veamos quién aguanta más.