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«En el último tercio de la historia, cuando el personaje llega y ve a sus padres llorar por un problema que no pueden resolver, te das cuenta que lo de menos era que reprobara todas las materias».

«La edad de la punzada» narra las andanzas del peor alumno en toda la historia del colegio: el número 49 de la lista del grupo B de una secundaria.

Durante la entrevista en las instalaciones de la editorial Santillana, Velasco se movió entre la frontera de reconocerse a sí mismo en el personaje y tratarlo como si fuera sólo una invención literaria.

«Lo que traté de hacer fue una historia prototípica de lo que un adolescente puede hacer. No quiero aceptar que es mi vida, aunque sea muy molesto para mí que un completo desconocido llegue y me diga algo completamente íntimo y me cambie el color y le pregunte, ‘¿Quién te dijo eso?’. Y conteste, ‘Está en tu libro»’, confesó.

Sin embargo, el escritor acepta que narra las situaciones más extremas de una adolescencia que en su mayoría fue muy divertida.

Recordó que en sus primeros años solía prender cohetes de pólvora caseros con un cigarro, esconderse en una esquina y esperar que estallaran. Y con cada novela repite el proceso: la escribe, la suelta y se va a una esquina a esperar que esos palomones metafóricos estallen.

«Nunca sabes lo que van a decir de ella. Y de pronto, cuando empezaron a estallar los cohetones, varias personas me dijeron, ‘Es que tu historia es la mía»’.

El nombre de este autor comenzó a sonar en los círculos literarios a partir de 2003, cuando ganó el premio Alfaguara de Novela con «Diablo Guardián». Velasco comparó el reconocimiento a cuando el clásico púgil del cine Rocky Balboa peleó por el título en la popular serie de películas «Rocky».

Hablando de cine, descartó llevar en el futuro alguna de sus novelas a la gran pantalla pero se mostró entusiasmado ante la idea de escribir alguna obra de teatro.