La justicia y el deber de inhibitoria


gladys-monterroso

La profesión de abogado y notario tiene muchas aristas que solamente los años, las vivencias, los estudios y la experiencia enseñan, muchos casos pasan desapercibidos para las grandes mayorí­as, y se cree que solamente a los abogados y a los estudiantes les puede interesar, pero creo, que son experiencias de vida que deben ser comentadas para el enriquecimiento de todos los seres humanos, y lograr ser un poquito menos peor.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

 


El doctor en Derecho Juan Carlos Medina Salas es un profesional de reconocido prestigio en diferentes ámbitos de la sociedad guatemalteca, como docente, académico, profesional, funcionario público, escritor, y más esferas en las que ha incursionado. Debido a su capacidad profesional y conocimientos fue nombrado Registrador Mercantil durante el gobierno de Alfonso Portillo, recuerdo que fue una de las etapas en las que el Registro Mercantil fue muy eficiente, y los criterios que tuvieron fueron bastante amplios, terminó su gestión, y siguió en su crecimiento académico como lo ha hecho siempre, durante el devenir de loas acontecimientos históricos fue electo como Magistrado Suplente por parte del Consejo Suprior Universitario de la Usac, para el perí­odo actual, otro mérito más que merecido, junto al doctor Mauro Chacón.

Lo más importante es el momento en que un profesional, ejerciendo la función pública que le ha sido encomendada, se encuentra con un valladar en el que debe tomar decisiones que van a afectar el momento histórico que vive la sociedad, más que su prestigio personal, y este momento fue vivido por el doctor Medina Salas cuando le tocó conocer el proceso contra el expresidente Alfonso Portillo, por lo que el profesional antes aludido decidió inhibirse, cosa que para muchos puede ser sin importancia, ya que como bien decimos los guatemaltecos: “Una mancha más al tigre, no lo hace más tigre”, sin embargo, la ética y principios con los que actúo es lo valioso.

El caso viene a colación porque en la vida todos los seres humanos aceptamos diversos retos que posteriormente nos traerá consecuencias, unas más graves que otras, el doctor Medina Salas tomó a mi parecer la dedición correcta, pero, analizando la actuación de muchos profesionales se puede afirmar que probablemente solo el 10%, actúa con ética el otro 90% no lo hace.

Baste analizar las actuaciones de los diferentes funcionarios públicos y otros personajes, de los últimos años, para poder hacernos una idea de que los valores se han perdido en la inmensidad de la noche en que vivimos, una persona pública como el nombre lo indica está a la vista de todas las personas, tanto en su vida pública como privada, lo que significa que no existe la vida privada, por lo que sus actuaciones deben ser coherentes con varios elementos: a) El cargo, función o actividad que desempeña, b) El discurso con el que se comunica, y c) Su quehacer cotidiano ante todo el familiar.

Siempre he creí­do, que ser una persona pública es como encontrarse en un escaparate, en el que hasta el más pequeño movimiento será visto por la sociedad, y por ende analizado, cuestionado, aprobado o desaprobado; en la práctica parece que a todos/as se le ha olvidado este pequeño gran detalle, situación que ha confundido a los guatemaltecos, quienes no creen en las instituciones, las que no son responsables de las acciones de quienes las dirigen o las representan, sin embargo, cada dí­a son más débiles debido a estas acciones. La fórmula mágica, es ¿Cómo puede una sociedad decepcionada como la nuestra creer nuevamente en las instituciones, si las personas que las dirigen no tienen credibilidad? No creo que el cambio se encuentre en emitir leyes a diestra y siniestra, como se pudiera creer, se tienen que realizar cambios en las personas después de los 40 años, ya no se es joven, se es una persona madura, probablemente por eso el constitucionalista, estableció como requisito para determinados cargos esa edad, pero nos encontramos con que la edad biológica y la mental no van de la mano, por lo menos no en Guatemala, asimismo, es una tesis muy cierta que los hombres entran a una edad de cambios en las que necesitan reforzar su “hombrí­a” estado que en Guatemala, conlleva intrí­nsicamente, tener más “novias”, parrandear, y la familia si existe cierra los ojos, o toma un camino diferente, resultado: otro hogar destruido, quiero engarzar este tema, sobre la falta de valores con el tema de la semana pasada, proporcionando el nombre del diputado que fue localizado tratando de abusar de una menor, su nombre Paúl Estuardo Gómez Cristiani, quien a mi criterio después de haber publicado el columnista Gustavo Berganza su nombre, de oficio el MP debió de iniciar proceso contra él, principiando por el antejuicio, porque mientras sea diputado tiene derecho al mismo.

Lo anteriormente expuesto tiene como objetivo principal, que la sociedad guatemalteca en general, principiando por nosotros los padres, hagamos una reflexión de nuestra propia vida, y nos preguntemos, ¿Qué tipo de referente somos para la juventud en general? Probablemente el balance sea negativo, entonces, ¿No será el momento de hacer un mea culpa, y enmendar nuestros pasos para ser parte de la solución del problema que creamos?

Sin importar nuestro rol en esta sociedad casi desahuciada, creo que estamos más que a tiempo para cambiar nuestras actitudes, y con ello sentar un precedente que dé como resultado a) Que se puede cambiar la ruta por muy torcida que esté, b) Que no hay peor cosa, que no hacer nada, c) Nuestro futuro lo estamos viviendo, y ya no nos queda mucho tiempo. ¿QUí‰ PIENSA USTED?