En Guatemala, la contrainsurgencia y las malas prácticas políticas, principalmente, le dieron un significado aberrante a conceptos y sentimientos como patriota y patriotismo, asumiendo otra visión y otro sentido de patria los políticos y contrainsurgentes que se han turnado en el poder a lo largo de casi seis décadas.
En nombre de un monstruoso patriotismo, los contrainsurgentes militares, políticos y del poder económico perpetraron las atrocidades documentadas de la historia reciente, en contra precisamente de quienes consideraban que no encajaban en un modelo de patria heredado del siglo XIX hasta la tiranía de Jorge Ubico, aderezado de guerra fría, recetas prefabricadas de democracia aherrojada, y macartismo, así las víctimas fuesen mujeres y niños campesinos y analfabetos.
A estas alturas es casi imposible saber qué concepto y sentimiento de patria tenían los oficiales del mal llamado “ejército de la revolución†(de 1944 a 1952, por lo menos). Pero sí sabemos que cometieron traición y entregaron o devolvieron la patria a la oligarquía y al imperio yanqui, reservándose para sí mismos su respectiva cuota de poder hasta la fecha (1954-2011…)
Porque en teoría defienden a la patria, los altos mandos castrenses se arrogaron el monopolio de ser patriotas. Pero, aparte de una superficial devoción a los símbolos patrios (algunos ya extintos), la defensa de la patria durante muchos años se redujo a proteger intereses oligárquicos y empresariales, un bien organizado espionaje y represión contra todas las instituciones populares, apoyo a los sucesivos fraudes electorales y gobiernos que practicaron terrorismo de Estado (con víctimas que actuaban conforme a la ley y dentro del establishment: políticos de partido, periodistas, curas, catequistas, profesores universitarios, obreros, campesinos, estudiantes…)
Son páginas conocidas a las que no puede darse vuelta, aplicarles borrón y cuenta nueva, ni amnistiarse en el corazón de la patria. El patriotismo no está adscrito a alguna ideología o tendencia política.
Y son esos “vencedoresâ€, oportunistas, quienes allanaron y despejaron su camino para fundar partidos políticos paramilitares con el empaque de patriotas o “republicanosâ€, entre otros disfraces mejor esbozados.
Cabe la duda capciosa, pero razonable de si en la bien surtida biblioteca de los autollamados patriotas y republicanos se encontrarán obras como “La patria que yo ansíoâ€, “La patria del criolloâ€, “En la patria del gusanoâ€.
(Con información de mi cercano colaborador Perogrullo Pérez.)