El Fideicomiso “Público”


Editorial_LH

El elemento fundamental en el fideicomiso es la buena fe y de allí el nombre de esa antañona institución. En el caso de los fideicomisos públicos en Guatemala, el origen está precisamente en la mala fe para evadir los controles y la fiscalización, razón por la cual es una verdadera perversión de esa figura del derecho privado.


Ayer el abogado Arturo Martínez Gálvez nos envió un correo que resulta ilustrativo y vale la pena reproducir para conocimiento de los lectores. Dice así el mensaje del jurista: “Un funcionario de ASIES, Carlos González Arévalo, señala que el fideicomiso es un mecanismo previsto en el Código de Comercio, que permite al fideicomitente (el dueño del activo) aportar a un banco (fiduciario) la administración de un patrimonio (bienes inmuebles, capitales etc.) para un fin específico. Ya el sólo hecho de comparar la figura mercantil que es de naturaleza privada, con un fideicomiso «público» que significa el aporte de fondos del Estado, se nota que es una figura perversa para obtener un enriquecimiento ilícito. Es el modo de ocultar bajo el manto sagrado del secreto bancario fines espurios que todo el mundo ignora, sin sujetarlo a la fiscalización. El fideicomiso privado (redundante porque sólo existe el fideicomiso privado) de vieja estirpe nació en el derecho romano con fines humanísticos, para aquellos que no podían administrar su propia hacienda. Luego se desvirtuó su finalidad al ubicarlo dentro del Código de Comercio, pero al fin y al cabo con dinero privado. Por ello el fideicomiso público debe ser eliminado. Sus fines de servicio público corresponde a los ministerios de Estado y entidades correspondientes.”
 
 Creemos fundamental determinar el origen de la constitución de los fideicomisos con dinero público, puesto que es ello lo que nos permite conocer su finalidad y entender la forma en que han operado. En Guatemala, como en muchos países, los mecanismos de control entorpecen la ejecución del gasto público, pero todos sabemos que hay formas legales de acelerar los procesos o, en todo caso, instrumentos que pueden dar ese resultado sin evadir los controles. En un país como el nuestro, donde la corrupción es norma, no podemos avalar un sistema que pretende evadir controles. El fideicomiso público se instituyó mañosamente, sabiendo que el secreto bancario sería el manto para apañar malos manejos y fue consejo de abogados trinqueteros que cayó como agua de mayo para funcionarios corruptos que querían ocultar sus malos manejos.
 
 No hay buena fe en nuestros fideicomisos con dinero público, porque no tienen nada de fideicomisos públicos toda vez que son absolutamente secretos y por ello es fundamental el debate sobre este tema.

Minutero
Nos parece buen criterio
el de abrirse al debate
si se quiere algo serio
y no hacer tan solo el mate