Triunfo conservador


Editorial_LH

Ayer el electorado salvadoreño participó en elecciones que, realizadas a mitad del período, constituyen un sano ejercicio para el fortalecimiento de la democracia. En esta ocasión, el oficialista FMLN que tenía la bancada parlamentaria más numerosa, cedió ante su rival conservador de Arena que ganó también la alcaldía de San Salvador, misma que durante décadas fue reducto del Frente Farabundo Martí.


Es un llamado de atención para el FMLN el que hace el electorado salvadoreño y eso es importante porque en los próximos dos años tendrán que revisar su política para retomar sus compromisos originales y ser más auténticos en cuanto a expresión de cambio. La izquierda salvadoreña, a diferencia de la guatemalteca, se consolidó como fuerza política después de la guerra interna y el triunfo de Mauricio Funes le permitió llegar a ese poder por el que lucharon durante tantos años con las armas en la mano.
 
 Pero no es raro que las fuerzas radicales, cuando llegan al poder, traten de correrse a posiciones más centristas para no provocar reacciones de la contraparte y eso ha ocurrido con Funes, quien es hoy en día una especie de favorito de Washington porque acata las instrucciones de Estados Unidos para no despertar malos pensamientos que lo puedan vincular con movimientos como el que dirige Chávez desde Venezuela. Y ese corrimiento a posturas centristas también pasa factura política porque los mismos electores del FMLN se sienten defraudados en alguna medida y el resultado es, por lo menos, de desencanto que se traduce en ausencia de las urnas, dejando en ventaja a la derecha para retomar su fuerza antañona.
 
 Humanamente es comprensible que luego de posturas radicales contra el apoyo que Estados Unidos brindó a las fuerzas armadas salvadoreñas durante el conflicto, no sólo con equipo y entrenando oficiales, sino enviando asesores que les ayudaron a enfrentar a la guerrilla, el presidente electo con el apoyo del FMLN buscará demostrar que no es enemigo de Washington y que quiere mantener una política de cooperación con el principal poder regional. Pero ello ha tenido su costo porque la línea entre las muestras de amistad y el sometimiento resulta a veces demasiado fina y cuesta mantenerse del lado de la dignidad, especialmente cuando se trata de poderes tan grandes como los que determinan la relación entre una potencia y países pequeños.
 
 En todo caso, rescatable para nuestro sistema político es el ejemplo de la importancia que tienen las elecciones a mitad de período porque constituyen un referéndum sobre el papel de los gobiernos y su cumplimiento de las expectativas populares. Nuestra reforma política es impostergable si queremos que subsista nuestra democracia y, además, del control del financiamiento a los partidos, las elecciones de medio período son una necesidad impostergable.
 

Minutero
Regular los fideicomisos
es aceptar muy sumisos
que nos hemos de doblegar
ante esa forma voraz de robar