Depuración policial



El proceso de depuración de la Policí­a Nacional Civil constituye una de las prioridades esenciales para enfrentar el problema de seguridad; obviamente ello tiene que ir acompañado de la depuración del Ministerio Público, las cárceles y los tribunales, pero como en algún lugar tiene que iniciarse el empeño y donde más libres andan los demonios es en la PNC, pues obviamente todos esperamos que se produzca un proceso a fondo.

El problema básico está en que la PCN se edificó sobre los cimientos de la antigua Policí­a Nacional que se convirtió en brazo del esfuerzo contrainsurgente y, como tal, se arropó de impunidad. Terminado el conflicto, esas fuerzas siguieron actuando en lo que sabí­an hacer, es decir, en lo que el Estado les puso a hacer en los tiempos de guerra, sólo que ahora ya no para defender al sistema, sino exclusivamente para enriquecerse. La corrupción ha sido un mal eterno en nuestra policí­a y al sumarse la impunidad, el problema se escapa de todo control y se convierte, por supuesto, en esos demonios de los que hablamos.

Encontrar ahora un retén policial y no sentir miedo es insensato porque uno sabe que se expone a ser extorsionado y amenazado, cuando bien le va, o a sufrir agresiones que en muchos casos han llegado a ser mortales. Es indiscutible que la PNC, ya maleada, fue involucrada en un esfuerzo por realizar la limpieza social, mismo que sistemáticamente se plantea como ajeno al Estado porque no fue polí­tica de Estado, pero obviamente si fue polí­tica de gobierno eliminar a los delincuentes o presuntos delincuentes tomando en cuenta las dificultades del sistema judicial para sancionarlos.

Y quizá por ello nuestra mayor preocupación está en que el gobierno y las nuevas autoridades, no queiren reconocer la existencia de una práctica de limpieza social y por lo tanto no hay esperanza de que ese problema en particular sea resuelto porque es sabido que si no se admite que hay un problema no puede haber solución. El gobierno insiste en que no hay ni ha habido polí­tica de limpieza social, aunque el caso de los diputados del Parlamento Centroamericano dejó en evidencia cómo procedene nuestrass fuerzas del orden cuando creen que están lidiando con maleantes.

A pesar de esas dudas y de la sensación de que la depuración volverá a ser superficial, hay que apoyarla pero haciendo énfasis en que tiene que ir más al fondo.

Nosotros pensamos que más que una depuración, hace falta la creación de una nueva fuerza que con disciplina, integridad, profesionalismo y conocimiento técnico sustituya a la contaminada Policí­a Nacional Civil. Y que la depuración sirva, entre tanto, para asegurar que los ciudadanos no seremos ví­ctimas de la policí­a, sino que recibiremos protección cuando la necesitemos.