Durante el mes de febrero traté de recapitular algunas historias de amor, no ha sido mi intención ofender a nadie. Y pido disculpas por mi falta de tino. El artículo de hoy esboza una historia perteneciente al libro de Las Mil y Una Noches, un libro de autor anónimo. Que relata la sagacidad de una joven mujer para escapar de su amado ante una segura muerte.
Esta es la historia de un vendedor de garbanzos en el Cairo que tenía tres hijas a quienes las quería mucho y había aceptado con resignación el hecho de no haber sido bendecido por el Creador con hijos hombres que son los que llevan la bendición.
Él dispuso que sus hijas tuvieran un buen futuro, que las casaría con mercaderes y para ello se esforzó en su educación. Todos los días iban a clases de bordados sobre terciopelo y seda, al regreso de clases siempre pasaban por debajo de la ventana del hijo del sultán. Este las piropeaba al pasar, y las dos hermanas mayores respondían con una sonrisa en los ojos, mientras que la menor era indiferente. Esta última llegó a convertirse en el foco de su interés, ya que lo miraba con desdén.
Harto de los desprecios de la hija menor, Zeina, el hijo del sultán pensó en vengarse de ella a través de humillar a su padre. Un día hizo llegar al vendedor de garbanzos al palacio y le profirió una sentencia, le dijo: si no te haces presente ante mi persona de la siguiente manera: riendo y llorando, cabalgando y caminando, vestido, pero desnudo y todo a la misma vez, haré cortar tu cabeza.
El vendedor de garbanzos regresa a su casa con angustia y tribulación, Zeina le pregunta ¿Cuál es tu tormento? Y él le cuenta la historia. Entonces esta hija comienza a reírse hasta desmayar y le dice a su padre que no tuviera pena que lo que tendría que hacer es lo siguiente: Tú consigues una red con el pescador y yo te elaboraré un traje de tal manera que estarás desnudo y vestido al mismo tiempo. El vecino tiene un burrito pequeño, con ese burro caminarás sobre él entonces, irás caminando y cabalgando; y antes de llegar al palacio te frotarás los ojos con una cebolla entonces podrás reír y llorar por lo cual estarás cumpliendo con todos los requisitos. El hombre pudo respirar relajadamente, se hizo presente ante el príncipe y este se llenó de bilis al no poder cumplir con su cometido, el hacer sufrir y humillar a la pequeña Zeina.
Zeina ante la posible revancha del príncipe decidió atacar primero. Se fue con el herrero y le dijo que le realizara una armadura a su medida, pero que esta fuese estridente, de tal manera que cuando caminara espantara a la gente. Una noche se fue vestida con la misma hacia el palacio, encontró las puertas libres del mismo, ya que los guardias al verla venir y oír el bullicio, corrían de espanto. Entró de manera libre a la recámara del príncipe y él, espantado, se quedó inmóvil, entonces, le afeitó las cejas, le cortó el bigote y barba izquierdos y le rasuró el cráneo derecho, y le introdujo en la boca estiércol de asno. Luego se fue a casa a quitarse el traje y a dormir con sus hermanas de manera plácida.
Al día siguiente, pasaron las tres hermanas bajo el balcón del príncipe, que tenía toda su cabeza cubierta con un pañuelo. Las tres más coquetas que de costumbre. Lo que le hizo pensar a él que se estaban ablandando, entonces comenzó de nuevo con piropos y solo Zeina contestó y le preguntó acerca de la experiencia de saborear estiércol. Esto lo puso furioso y entonces planeo una venganza para ella. Hizo llamar a su padre y solicitó la mano de su hija, para lo cual no hubo objeción ni del padre ni de la hija.
Sin embargo, Zeina, conociendo el estado de enojo del príncipe tomó sus precauciones. Mandó a realizar una muñeca de dulce con un gran parecido a ella y durante la noche de penetración, la puso en la cama con el mosquitero encima, ella se ocultó para protegerse. El príncipe al ingresar al recinto, con un solo sablazo la degolló, y unos trocitos de azúcar entraron a su boca. Y este se dijo a sí mismo, cómo es posible que en vida me diera a comer estiércol y ahora con su muerte me de dulzura. Se dio cuenta que había matado a la mujer que amaba y estaba a punto de suicidarse con el mismo sable, cuando aparece Zeina de su escondite. Y le dice que por Alá se perdonen. Y al parecer llegaron a consolidarse como una familia prolífera.