El inevitable debate de los celulares


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Hace ocho meses una tragedia me hizo estudiar más a fondo el tema de los celulares, y conforme me he ido adentrando en el asunto, no me queda la menor duda que este es un tema de voluntad.

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt


Las telefónicas, que ayer aceptaron que se instalara una mesa técnica para discutir el proyecto de ley 4306, han argumentado que combatiendo el flasheo es la mejor forma de enfrentar el problema y esgrimen que esa parte le corresponde a las autoridades.

A mí me consta que en ese sentido la gremial sí ha trabajado con las autoridades para lograr que se combata el fenómeno del flasheo, pero ha sido hasta este Gobierno que han tenido más eco sus peticiones.
No obstante que es un primer paso, resulta insuficiente,  y si las telefónicas no desean ser el punto final del desahogo de tanta víctima de este crimen, bien harían ellos en poner sobre la mesa el tema para que de forma integral se puedan abordar las diferentes maneras de disminuir los robos.

La gremial argumenta que el flasheo genera un nuevo IMEI y que por tanto es vital combatir el mismo; no obstante, existen técnicos en muchas partes del mundo que argumentan que el cambio o alteración de IMEI solo se puede hacer a través de hardware (piezas físicas) y no a través de software (programas).

Si ese argumento es cierto (que el flasheo genera un nuevo IMEI), la misma gremial está reconociendo que la solución es el Registro Móvil y estarían “ahorcándose” con sus propios argumentos.

El 99% por ciento de las personas no entiende a fondo el tema por ser demasiado técnico, solo sabe que alguien sufre y otros ganan dinero, y en un mundo donde el inconforme cada vez obtiene más espacios; sería bueno que el tema se abordara con toda la madurez y sinceridad del caso porque, insisto, las telefónicas pueden terminar siendo el escape que necesitan los guatemaltecos para desahogar la totalidad de sus frustraciones.

Si las telefónicas sienten que la pretendida ley les perjudica de forma operativa y pecuniaria, deben reconocer que sí existe una fórmula en la que se aminoran esos riesgos y ello es con voluntad. El tiempo de aire que compran las personas con un celular robado es considerable y eso es algo inevitable de reconocer; tampoco podemos olvidar la responsabilidad de los ladrones, los vendedores y peor aún, los que compran esos celulares. Pero si las telefónicas dejan de activar esos celulares por propia voluntad harían innecesaria la nueva ley.

Por el contrario, si el único filtro de activación es que no aparezcan en la Base de Teléfonos Robados (BDTR), esta es inoperante porque, según dicen, el flasheo genera un nuevo IMEI y ello hace imposible determinar cuáles no se deben activar toda vez que los que aparecen en la BDTR nunca se activarán debido a que han dejado de “existir” como consecuencia de que les cambiaron su número original de identificación. Con ello, la base de teléfonos robados se convierte en totalmente inútil y el registro se hace indispensable para evitar el mal.

Por ende, si las mismas telefónicas se auto imponen regulaciones como que no pueden activar un celular que no tenga una factura que ampare su venta (los ladrones no creo que se registren en la SAT ), amarran el chip a un teléfono legítimo (aunque eso vaya en contra del sentido del chip), además, solicitan la modificación del artículo 3 del Decreto 09-2007 (aumentar la sanción) y del artículo 275 “bis” del Código Penal para aumentar sus penas, incluyendo a los que adquieran celulares de los que no puedan probar su legítima procedencia, entonces el Registro Móvil (decreto 4306) se haría innecesario de momento.

Nadie está en contra de que las empresas y comerciantes que se dedican a actividades lícitas hagan dinero. Al contrario, está bien que sean eficientes y logren hacer esas cantidades que genera la industria, pero lo que no podemos permitir es que nos olvidemos de los limites necesarios para determinar cómo se puede generar ese dinero de forma que no perjudique a terceros y, sobre todo, que nos haga indolentes ante el dolor de miles de personas que sufren, no solo por la muerte de un ser querido, sino que ya viven muertos aun teniendo vida por los daños sicológicos que dejan esos asaltos.

El país exige más de todos; por tanto es vital que de la mano trabajemos para enfrentar este mal que nos afecta. Todavía estamos a tiempo y sobre todo, las empresas pueden librarse de ser el chivo expiatorio de todos los males del país.