Cuando yo era patoja había en La Antigua un señor quien se llamaba Luis Pedro Aguirre. Era una persona muy especial, un caballero en todo el sentido de la palabra. Siendo el dueño de la finca Carmona, llegaba a la casa de mis papás semanalmente, pues en los camiones de mi papá se le sacaba el café de dicha finca. Y digo que todo un caballero, pues, siendo nosotros unos chirises, don Luis Pedro al vernos se quitaba el sombrero para saludarnos. Yo siempre dije que el día que tuviera un hijo le pondría Luis Pedro.
Beatriz Godoy de Toledo
Luis Pedro fue mi segundo hijo, un hijo muy especial. Él me costó mucho por un embarazo complicado, pero con muchos cuidados nació bien. En el primer año estuvo grave, por poco no cuenta el cuento, pero lo superamos. ¡Y ahora se nos fue! ¡Qué tristeza! ya no lo volveré a ver! Pero está en mi corazón y en el de sus hermanos. Yo creo que el cariño de los hermanos es muy especial, pues es desde que nacen y crecen juntos. Ahora que se nos fue, ¿qué hago? Que ratos tan tristes para esta vieja y sus hermanos y, por supuesto, para su esposa, los hijos, y los nietos. ¿Por qué se me fue Luis Pedro? ¡Yo ya estoy vieja, y me hubiera ido yo! Tengo que agradecerle a Dios el haberme dado cuenta de lo especial que fue mi hijo con tanta gente que se acercó a dar el pésame, que Dios te tenga a su lado Luis Pedro, y aunque yo no lo demuestre tú bien sabés lo que yo te quiero. Que Dios me ayude a aguantar este dolor. Y desde arriba Luis Pedro, pidas por los que te queremos, me vas a hacer mucha falta Luis Pedro.