La Liga Guatemalteca de Higiene Mental (LHM) intenta reunir a las familias que fueron separadas en el marco de la guerra interna a consecuencia de los procesos de adopción anómalos, que incluso trascendieron al ámbito internacional.
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Los sentimientos afloran y las lágrimas brotan. Cada reencuentro familiar concretado por Marco Antonio Garavito y el equipo de trabajo de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental (LHM) es completamente distinto y casi imposible de describir.
En diez años de trabajo incesante, con un grupo de investigadores reducido y un presupuesto escaso, esta organización ha conseguido el reencuentro dentro y fuera del país de 230 familias separadas por la guerra interna.
Los retos para la LHM son complicados, ya que se estima que aún falta reunir a cerca de 800 familias, que fueron afectadas por la violencia y el complejo sistema de adopciones que se convirtió en un negocio millonario durante el enfrentamiento armado, que se extendió por 36 años y dejó a cerca de 45 mil desaparecidos.
Realizamos un trabajo sumamente significativo en el proceso de reparación psicológica para las víctimas de la guerra. Para muchas familias que fueron afectadas por la violencia, es más importante el recuento con sus seres queridos que el resarcimiento económico».
LA VERDAD
Mientras la desclasificación de los archivos estatales avanza, así también empieza a salir a luz pública la verdad sobre las adopciones en el enfrentamiento armado, que en buena medida quedó registrada en los registros de la Secretaría de Bienestar Social.
Marco Tulio ílvarez, director de los Archivos de la Paz, indicó que en un análisis de los procesos de adopción en el período de 1976 a 1986 empiezan a observarse algunos patrones en las acciones legales que dan paso a dudas y cuestionamientos, que en gran medida pueden ser útiles para reencontrar a las familias divididas durante la guerra.
En algunos casos se observan folios de adopciones en los que trabajadores sociales declaran sobre la situación de orfandad de un niño o simplemente se consta que un menor no tiene padres y puede ser dado en adopción, pero en muy pocas oportunidades esto se comprueba», señaló.
De acuerdo con ílvarez, una buena cantidad de niños y niñas que fueron adoptados en tiempo de la guerra fueron víctimas de los operativos de las fuerzas de seguridad, y luego trasladados a centros de bienestar social donde serían dados en adopción sin algún sustento legal.
EXTRANJERO
Los procesos de adopción anómalos durante el conflicto armado interno trascendieron al ámbito internacional, de tal cuenta, de la LHM han registrado 30 casos de guatemaltecos que fueron víctimas de la guerra y enviados a Italia, Francia, España, Bélgica y Estados Unidos, con familias adoptivas.
La desclasificación de los archivos que se encuentran en manos de la Secretaría de la Paz darían paso a facilitar el trabajo para reencontrar a cientos de familias separadas por la guerra, pero, además, dejaría ver el complejo sistema de adopciones que funcionó ese tiempo.
En estos procesos estarían involucrados cientos de juristas, trabajadoras sociales, médicos, agentes migratorios y funcionarios de las fuerzas de seguridad, «sobre quienes debería caer el peso de la justicia», dice Garavito.
No obstante, el objetivo principal de la organización para proteger la Higiene Mental es reparar los daños que dejó la guerra en el interior de cada persona separada de su familia, mientras que la justicia recae como responsabilidad del Estado.
«Hasta que la verdad se conoce y se hace pública, puede iniciarse la reconciliación de la sociedad. Cada reencuentro que concretamos es un gran logro y cada investigación que realzamos representa un verdadero compromiso con la verdad», puntualiza Garavito, quien confía en algún día poder facilitar el reencuentro de más familias.