Raúl Castro celebrará mañana sus 76 años de vida; pronto cumplirá también el primer año al frente del gobierno, de forma interina, de Cuba, un puesto que ha hecho que buena parte del planeta siga atentamente, desde hace meses, cada uno de sus movimientos.
De hecho, la revista estadounidense Time lo ha calificado como una de las cien personas más influyentes del mundo por «simbolizar un cambio profundo que podría ocurrir con unas cuantas transiciones en Cuba y Estados Unidos», según su director, Adi Ignatius.
Sin embargo, desde que su hermano delegara en él sus poderes para recuperarse de una cirugía, el 31 de julio del año pasado, la Cuba de Raúl Castro no ha experimentado grandes cambios políticos ni económicos, en contra de los vaticinios de muchos analistas.
Pero sí se ha visto obligada a acostumbrarse al estilo de gobierno de Raúl Castro, más en las sombras, discreto, sobrio y sobre todo escueto que con el exuberante Fidel al frente.
El propio Raúl Castro, que además tiene el récord mundial absoluto de permanencia como ministro de Defensa (desde 1959), ha dejado claro en las escasas ocasiones en que ha concedido entrevistas o pronunciado discursos que no tiene intención alguna de seguir el estilo de su hermano porque «cuando alguien trata de imitar, fracasa».
Fidel Castro es «insustituible (…) el sustituto sólo puede ser el Partido Comunista de Cuba», dijo Raúl en el último discurso que pronunció hasta la fecha, el 21 de diciembre del año pasado.
«No acostumbro a comparecer con frecuencia en público, salvo los momentos en que se requiera (…) Además, siempre he sido discreto, esa es mi forma de ser, y de paso aclaro que pienso seguir así», declaró en la única entrevista que ha concedido desde que está al frente de Cuba, en agosto de 2006 al diario oficial Granma.
Raúl Castro Ruiz nació el 3 de junio de 1931 en la aldea de Birán, provincia de Oriente, como el séptimo y último de los hijos de la pareja formada por el gallego íngel Castro y la cubana Lina Ruz.
Al contrario que en el caso de Fidel, la filiación comunista de Raúl Castro estuvo clara desde el principio, hasta el punto de que en febrero de 1953 viajó a Viena para participar en el Congreso Mundial de la Juventud que auspiciaba la Unión Soviética. Sus enemigos lo han definido como la «cara estalinista» de la revolución cubana.
Participó junto con su hermano Fidel en el fracasado asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de ese año, así como en el desembarco del Granma tres años más tarde, que había sido preparado durante el exilio de ambos en México.
Reconocido por amigos y enemigos desde las luchas en la Sierra Maestra como un excelente organizador, tras el triunfo de la Revolución, Raúl Castro fue nombrado ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) cuando sólo contaba 28 años. Hoy en día, las empresas que el Ejército cubano tiene en sus manos, como la turística Gaviota, son consideradas de las más eficientes de la isla.
Sus designaciones en 1965 como segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en 1976, lo convirtieron en el «heredero natural» de su hermano Fidel, quien incluso declaró que, tras él, su hermano menor es «quien más experiencia tiene» para conducir políticamente a Cuba.
Casado desde 1959 con Vilma Espín, Raúl Castro es padre de cuatro hijos, Mariela, Deborah, Alejandro y Nilsa. En una reciente entrevista con el diario español El País, Mariela Castro Espín, sexóloga y directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (Cenesex), calificó a su padre como un hombre «dialogante» y capaz de «reconocer los errores».
Raúl Castro «tiene mucho sentido práctico, muy buen sentido del humor, es muy organizado», señaló Mariela de su padre, a quien definió como «un hombre con mucho sentido de la crítica y de la autocrítica. Que tiene el valor de reconocer los errores».
La revista «Time» lo ha incluido este año en la lista de las cien personas más influyentes del planeta.
En la explicación de esta decisión, el ex analista de la CIA Brian Latell, autor del libro «Después de Fidel: Raúl Castro y el futuro de la revolución cubana», señaló que aunque «ha seguido siendo un firme aliado estalinista del Kremlin», también «ha dejado clara su disposición a negociar con Washington para poner fin al duradero enfrentamiento en las relaciones, y reconoce la necesidad de estimular la economía estancada, llegar a la juventud desencantada y modernizar el desacreditado sistema comunista».
De hecho, desde que asumiera el gobierno interino, Raúl Castro ha hecho en dos ocasiones un llamamiento al diálogo a Washington, aunque por el momento la Casa Blanca no ha recogido el guante.
Y en el discurso del 21 de diciembre ante el Congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), considerado por muchos analistas muy revelador de su estilo e intenciones, ya indicó la necesidad de dejar paso a otras generaciones.
«Queramos o no ?dijo en aquel entonces? (la generación histórica de la revolución) estamos concluyendo el cumplimiento de nuestro deber, y hay que seguir abriendo paso paulatinamente a las nuevas generaciones».
Tras casi un año en el poder, los cubanos parecen haberse acostumbrado ya a tener a un presidente más distante dirigiendo sus destinos y a su líder original, Fidel Castro, presente a través de artículos en las portadas de los diarios de la isla.
También ha calado ya el «cambio» de la consigna tras cada discurso, el tradicional «Â¡Viva Fidel!», al que ahora se añade «Â¡Viva Raúl!»
Raúl Castro
presidente interino de Cuba