6ta. calle y 11 avenida «A» zona 2: realidad y acción


Grecia Aguilera

Ante una situación tan tremenda que ha cambiado y afectado, de la noche a la mañana, la vida de muchas personas en ese sector de Ciudad Nueva zona 2, en la Ciudad de Guatemala, en donde como es del conocimiento de todos se formó un gigantesco agujero, es difí­cil y a veces casi imposible darse cuenta de los sucesos efectivos que se dieron en el momento a raí­z de la emergencia. El hundimiento ocurrió a eso de las 7:30 PM del sábado 29 de mayo de 2010. Escuché un fuerte retumbo, las luces titilaron y luego se percibió una fuerte ráfaga de viento, producto del vací­o creado por la enorme masa que se desplazó al abismo. La primera llamada que recibí­ media hora después fue la de mi hermano León Aguilera Radford. «Â¿Están bien? ¿ya supo que se abrió un gran boquete? parece que está localizado en la 6ta. calle y 11 avenida «A»…» En ese momento no estaba enterada de semejante noticia. La tormenta Agatha estaba en su apogeo; aún así­ decidimos con mi esposo Carlos-Rafael Pérez Dí­az salir de casa e ir hacia la Calle Martí­ para verificar la situación. Cuando llegamos, el área estaba ya cercada bajo la custodia de la Policí­a Nacional Civil. Asimismo, la Policí­a Municipal de Tránsito estaba desviando el tráfico. Iluminados con linternas de leds logramos acercarnos hacia algunos vecinos y agentes de seguridad. De repente escuchamos el siniestro eco de los escombros y tierra que aún caí­an a las profundidades de la caverna… Al dí­a siguiente pude ver varios de los postes del tendido de energí­a eléctrica derrotados y partidos en dos y muchos cables rotos. El desconsuelo, la incertidumbre y el miedo se apoderaban sin querer de los residentes de la zona. Habí­a personal del Ejército vigilando. Por la tarde visitó el área del desastre el vicepresidente Rafael Espada acompañado del ministro de Ambiente y Recursos Naturales Luis Ferraté y del ministro de Cultura y Deportes Jerónimo Lancerio, a quien le agradezco su actitud de preocupación a las solicitudes planteadas por mí­. Desde que se inició la tragedia hubo personas que estuvieron trabajando voluntariamente, tal vez sin decir nada pero que colaboraron y dieron su apoyo de diversas maneras. Por ejemplo, información sobre el desastre, advertencias y avisos, se encontraban en el blog de la Asociación Ecológica y Cultural Mapaches, quienes también enviaron mensajes ví­a correo electrónico y atendieron a los agentes de la Policí­a Nacional Civil con alimentos. Avisaron que el Obispo Pablo Bonilla de la Iglesia de los Santos de los íšltimos Dí­as, «Barrio Martí­», abrí­a las puertas de sus instalaciones como albergue para quien lo necesitara. Al enterarme acudí­ con la hermana Marí­a Victoria Mendizábal para exaltarle dicha actitud. Me dijo que los «élderes», es decir los misioneros, conjuntamente con los miembros de la iglesia, continuaban ayudando a las personas afectadas. El personal contratado por la Empresa Eléctrica de Guatemala, colocó postes nuevos e instaló con orden y eficiencia el tendido eléctrico, restaurando pronto la electricidad. La iglesia católica Nuestra Señora de Fátima facilitó su salón de actos para sesionar con las autoridades de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, Conred. Es importante hacer notar el admirable trabajo de personas que tal vez no se ven en el instante, porque el momento es trágico y severo, pero que de algún modo ayudan a mitigar el dolor. Asimismo, será el trabajo de los geólogos, ingenieros y obreros que emprenderán la titánica labor de rellenar el pozo. A mi amigo Tasso Hadjidodou le agradezco su visita casi inmediata y su estimación. Y a los residentes de Ciudad Nueva zona 2 les traslado el mensaje de los Mapaches: «Â¡Unidas y unidos los vecinos de Ciudad Nueva saldremos adelante!»