Se dice que la rosa roja es amor y yo le envié a mi esposa Lilian Ruby el número de rosas rojas igual al número de años que llevamos de marido y mujer. Y es que el 21 de noviembre de 1948, a las mil cien horas, en semántica militar son las once de la mañana, el reverendísimo Monseñor Mariano Rossell y Arellano, Arzobispo de Guatemala, ofició la misa y nos casó en la capilla del Hospicio. La guardia del interior central de la capilla la formaban alumnos del colegio San Sebastián en donde Lilian Ruby dio tres años clases a primero, segundo y tercer grado. Fue así porque los padres de los alumnos de primer año pidieron a la directora señorita Josefina Alonso que siguiera con ellos. Y así fue con el tercer grado. En el atrio de la iglesia un pelotón de caballeros cadetes de la centenaria y gloriosa Escuela Politécnica nos cruzaron espadines para el tradicional saludo de honor a los nuevos desposados.
La recepción la ofrecieron don Manuel y doña Isabel, mis suegros, en el entonces famoso salón de cristal del Hotel Victoria, hoy hospital del IGSS de la zona 9. Concurrida, sobre todo por la comunidad militar de entonces, aún recuerdo haber brindado con el ministro de defensa coronel Arbenz y doña María, jefe de las fuerzas armadas coronel Arana y doña Dora Amalia, director general de la policía coronel Víctor Sandoval y doña Blanca, nuestros compadres, padrinos de nuestra primogénita Lilian Patricia, también bautizada por el señor Arzobispo Rossell en su capilla de palacio arzobispal.
Entrada la tarde nos encaminamos a la fascinante ciudad de Antigua Guatemala, ciudad que amo porque allí hice mi escuela secundaria y salí de bachiller, alojándonos en el Rancho Nimajay, bello hotel que hizo el recordado empresario don Ramiro Samayoa y que inexplicablemente no lo mantuvieron porque era el Santo Domingo de su época. Previo a la cena nupcial visitamos el bar del hotel y aún recuerdo habernos tomado un aperitivo con el ingeniero Coco Castañeda Fernández, varón orgullo de Guatemala. Habíamos planeado una luna de miel activa y no sedentaria. Deseábamos conocer el occidente de Guatemala que tanto ofrece. Así que nos encaminamos a Quiché para pernoctar en Chichicastenango y gozarnos el «Mayan Inn» que siempre ha sido inspirativo. Continuamos a Huehuetenango para respirar los poéticos aires de los Cuchumatanes y admirar los bellos valles de San Juan Ixcoy y Soloma. En Huehue, caminábamos por el parque cuando se me acercó un oficial y me dijo: mi teniente Maldonado, dice el jefe de la guarnición que se presente inmediatamente a su cuartel porque vino una orden superior de que se cancelaban todos los francos, licencias y vacaciones. Y como el que manda no suplica, retornamos a la capital y a presentarme al estado mayor presidencial del Dr. Arévalo donde estaba de alta.
Con el tiempo, también recuerdo, sirviendo a Guatemala como embajador en Washington, estuvo como invitado a cenar con nosotros el Dr. Arévalo y en la plática de sobremesa Lilian Ruby le comentó al ex presidente que él había compartido con nosotros la luna de miel porque nos la cortaron. Cuando le hice memoria recordó que se ordenó concentración de oficiales en sus sedes y cuarteles, porque «había golpe de estado en Venezuela. Caía don Rómulo Gallegos a manos del generalísimo Pérez Jiménez».
Así que ese 21 de noviembre de 1948, gracias a Dios y a su santísima madre la inmaculada Virgen María nos ha mantenido unidos por 58 años, gozando de la bendición de haber procreado a siete hijos que han sabido salir adelante y que viven pendientes de su madre y de su padre. Nuestro pelotón de 31elementos mantenemos excelente relación familiar y ellos nos llena de gran orgullo y satisfacción y si el destino lo permite y lo permitirá porque Lilian Ruby y yo somos por naturaleza optimistas, celebraremos, en dos años Dios primero, nuestros 60 años de vida conyugal. Ambos pensamos que si volviéramos a nacer nos gustaría ser nuevamente ella mía y yo de ella y desde luego tener los mismos hijos.
Y las 58 rosas rojas esperaron en casa, porque los super brillantes galenos Kike Azmitia Springmí¼ll, justamente el neurocirujano de moda y el médico de cabecera de mi esposa el gran cardiólogo Lico Alfaro Arellano, la operaron el mismo día de nuestro aniversario de boda. Ellos programaron esa fecha y la paciente pacientemente la aceptó. Hoy convalece y ambos testimoniamos nuestra gratitud a Kike, Lico y los también colegas de ellos que atendieron la intervención: Dra. Izquierdo, anestesista, Dr. Cohen, hematólogo y Dr. Matheu asociado de Dr. Azmitia. Y gracias también al personal de soporte y enfermería del hospital Herrera Llerandi. Para todos ellos y sus familias: una rosa roja de amor y gratitud.