El 30 de enero pasado parecía que iba ser un día “normal” en la ciudad de Guatemala, pero dos hechos cambiaron “el rumbo”. La siguiente narrativa es real y servirá para consignar los hechos, que son los que importan.
Roberto inicia su día laboral antes de las 7 y maneja una hora para llegar temprano al trabajo. Atraviesa la ciudad en su carrito japonés, de hace 10 años, que cuida con mucho afecto. Como tiene horario partido, puede retornar a su casa a almorzar, privilegio que le permite descansar… y por eso compró un pichirilo y no una “nave”. Ese día, cuando iba de regreso al mediodía, pasó a echar gasolina y supo que no se podía pasar del Campo de Marte para la Reforma, su camino diario.
María da clases, desde temprano, en una universidad privada que está ubicada por Vista Hermosa y le toca al mediodía manejar su nave para recoger a sus hijos del colegio, pero se topó con una lenta “cola”. Se quedó literalmente atascada. Coincidentemente, Roberto y María hicieron lo que pocas veces tienen costumbre: sintonizar una de las cadenas radiofónicas informativas y enterarse que dos acciones violentas, unos minutos antes, habían generado un caos vial de gran magnitud en las Calzadas Roosevelt y San Juan, que alcanzaba hasta El Trébol… así como varios kilómetros interminables por Vista Hermosa y el Bulevar Los Próceres.
Durante varias horas, María y Roberto dieron vueltas por la ciudad, “prendidos” a la radio del carro, así como recibiendo información de parientes y amigos, de los sucesos terribles de esa mañana, por medio de angustiosas llamadas telefónicas. Ambos estuvieron jugando ping-pong con las estaciones noticiosas, mientras infructuosamente manejaban de un lado a otro, buscando alcanzar sus destinos. Las radios estuvieron dando informes en vivo y en directo sobre lo que estaba pasando. Millones de personas fueron afectadas por el caos vehicular, entre las 11 y pico de la mañana y las 14:00 horas más o menos de aquel día, que fue de estar pendientes de los teléfonos celulares y las radio estaciones, porque quienes anduvieron en las calles de Guatemala… estuvieron “metidos” en las transmisiones con las orejas bien paradas.
La violencia se había desmadrado aquel mediodía caluroso, para finalizar uno de los meses más apesadumbrados que hemos vivido los guatemaltecos, en estos ya de por sí violentos de los últimos años. Enero 2013 es el ganador de muchos premios en este oscuro sentido; todos los titulares de prensa lo señalan con el dedo acusador. Se le pasó la mano a la muerte. Su presencia en la capital durante el mes pasado, se estima fuera de serie. Golpeó con tanta fuerza… que este año puede romper todos los niveles registrados anteriormente, porque es el segundo del gobierno de un partido político que hizo creer que iba a entrar (desde el principio) con la mano durísima contra la delincuencia. Y los votantes confiaron que iba a reinar la paz (ilusamente) casi de inmediato. La gente confió en la promesa de los políticos… y una vez más están desilusionados.
Y es que la espectacularidad de cada nuevo golpe violento los deja anonadados…o ya de tantos, tan sonados y tan extraños casos, solo queda no angustiarse de más…y sintonizar el partido entre Barcelona y Real Madrid, en medio de aquel ambiente de tensiones, angustias, terrores. Uno sale a trabajar esperando no cruzarse con una balacera, de esas que ya parecen sucederse a diario, en cualquier momento, en cualquier lugar.
A María y Roberto les sucedió el 30 de enero pasado y terminaron con millones de agujas en el cuerpo, manejando muchas horas de locura. La zozobra de todos, fue la noticia del día.