A fuerza de ser tan recurrente en mis planteamientos sobre asuntos que vuelvo a enfocar hoy, presumo que aburriré a mis contados lectores con la reiteración de pretendidos argumentos y conceptos referentes a que el modelo político, social y económico imperante en Guatemala ya se agotó y se requiere una reforma total, sistemática y estructural.
Antenoche –para citar uno de decenas o cientos de conflictos sociales– me llamaron de Sololá representantes de organizaciones civiles para pedir mi apoyo, en vista de que alrededor de un cuarto de millón de habitantes de ese departamento prácticamente se encuentran sin cobertura de servicios básicos de salud, que en los meses de diciembre y enero pasados fueron cerrados y que se reabrieron en febrero, pero como si no estuvieran funcionando porque carecen totalmente de medicamentos, y para colmo de males el Procurador de los Derechos Humanos habría cedido a las presiones del Gobernador Departamental y del Alcalde de la cabecera, para trasladar al delegado de la PDH de ese municipio a otra población “donde no cause problemas”, para reemplazarlo por la hermana de un dirigente del partido oficial.
Les expliqué a mis interlocutores telefónicos que lo único que puedo hacer es escribir una vez más un artículo de denuncia, que el Procurador Jorge de León Duque, el Ministro de Salud, el citado Gobernador y ya no digamos el Presidente, ni siquiera leerán, mucho menos tomarán conciencia del riesgo que corren alrededor de 250 mil sololatecos de las clases populares, especialmente niños indígenas, sobre todo porque el PDH ha permitido que su espacio de poder, aunque muy limitado, sea cooptado por fuerzas oficialistas y políticos tramposos, corruptos e ignorantes.
Pero eso sí, las autoridades gubernamentales de cualquier jerarquía y de diferentes ramos, como el propio Ministro de Salud, salen de sus cavernas a ofrecer declaraciones para manifestar su protesta por la forma como el Gobierno de Estados Unidos se comporta con miles de infelices niños guatemaltecos que intentaron reencontrarse con sus padres indocumentados, pero esos funcionarios se hacen los babosos al no señalar que esos inermes chicos que son víctimas de toda clase de abusos, incluso sexuales, huyen de la desnutrición, el hambre, la violencia y el abandono, entre otras miserias humanas que azotan a los estratos más empobrecidos y que ya alcanzan a la indiferente clase media.
Si el delegado de la PDH en Sololá ha sido amenazado de muerte y es hostilizado constantemente, qué pueden esperar los más que indefensos dirigentes populares, si De León Duque permite que usurpen su endeble autoridad, funcionarios a los que debe condenar moralmente, según lo señalaron mis interlocutores visiblemente desalentados.
No hay semana en que no surja un escándalo en las esferas gubernamentales o estalle un conflicto en cualquier población del país, a causa de la voracidad e insolente displicencia de funcionarios ante las carencias, angustias e impotencia de los sectores tradicionalmente olvidados.
(El instigador Romualdo Tishudo me dice, parodiando al escritor Mario Vargas Llosa:-No es el crítico periodista de opinión el que escoge sus temas; son los temas los que lo escogen a él).