Inexorablemente el tiempo no detiene su marcha. El calendario nos señaló el final del 2011, también la realidad evidencia cómo los problemas sociales y económicos en nuestra Guatemala no se resuelven. Si se efectuara un censo evidenciaría que lo único que aumenta en nuestro país es la densidad de población; somos más de 16 millones y aunque el país cuenta con recursos naturales, la falta de inversión pública, la carencia de una tasa de contribución o impuestos adecuada ha condenado a más del 54% de la población a vivir en pobreza.
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Ni el gobierno que concluye, ni el gobierno que iniciará tienen otra alternativa más que la de rehacer y aumentar la carga tributaria, no puede continuarse dependiendo principalmente de impuestos indirectos, los impuestos directos deben de aumentarse y quienes más se benefician de la riqueza deben de emular a los empresarios de Alemania, de Estados Unidos, de Colombia y de Chile que han aceptado y reconocido su obligación moral y social de contribuir proporcionalmente mucho más con impuestos directos que le permitan a los gobiernos afrontar de menos mala manera los requerimientos de inversión en una educación de calidad que le brinde la oportunidad a la mayoría de los guatemaltecos de ser trabajadores eficientes, que permita que los millones de niños no estén condenados a la desnutrición y que la salud preventiva abarate los costos de la salud curativa.
Asimismo, que la delincuencia se vea controlada y superada no sólo por las fuerzas de seguridad suficientes y adecuadas sino por la creación de empleos a través de pequeñas y medianas empresas que son las verdaderas creadoras de la productividad y de la distribución de la riqueza, mediante salarios justos y adecuados que reconozcan la participación del recurso humano en la producción.
Las nuevas autoridades recientemente electas han tenido el tiempo suficiente para integrar y nombrar su Gabinete, sus cuadros de trabajo y si desean cumplir, aunque sea en parte, las múltiples ofertas que contienen sus planes de trabajo y sus múltiples ofrecimientos públicos, deben de olvidarse de lo que fue la campaña política y aterrizar en una realidad que a diferencia de gobiernos anteriores, han tenido el tiempo suficiente de enterarse.
Ofrecer es una cosa, cumplir lo ofrecido es otra, el no hacerlo solo incrementa la insatisfacción social, el retroceso en que nuestro país se encuentra. De qué sirve que se hagan eventos y se traigan conferencistas de otras latitudes si sólo vienen, como lo hicieron los españoles que nos conquistaron, a hablarnos de espejos y de cuencas que no tienen valor.
Los ejemplos de políticas, de progreso y desarrollo social son claros y evidentes y si alguno lo duda bastaría con que se fuera 30 días a Chile, a Colombia, a Brasil y a Perú y comprobara como, a diferencia de Guatemala, estos países han progresado en los últimos 25 años mientras que nosotros jugamos a progresar en la propaganda, en los medios de comunicación pero como lo evidencian los estudios y evaluaciones imparciales de los organismos internacionales públicos y privados, no corremos, ni caminamos, ni gateamos, sino por el contrario, permanecemos inmóviles o retrocedemos como cangrejos.
Las universidades del país, los centros de análisis y pensamiento deberían de emular a sus homólogos de los países latinoamericanos mencionados y ser críticos evaluadores, del sector público y privado empresarial. No hacerlo es incumplir con su responsabilidad de entes pensantes y convertirse en cómplices de quienes predican pero no se convierten en impulsadores del desarrollo económico social.