Durante el conflicto armado interno se cometieron 422 masacres. Hombres, mujeres, niños y ancianos que fueron asesinados a sangre fría y luego sus cuerpos lanzados a fosas comunes, las cuales luego fueron cubiertas con tierra para así ocultar el horror cometido. Además del crimen de asesinato intentaron ocultar la verdad de lo ocurrido.
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Algunas fosas comunes han sido descubiertas y excavadas. Los restos exhumados han sido procesados e identificados por expertos forenses, quienes han determinado la posible identidad de las víctimas. De esta forma es que se devuelven los restos del ser querido asesinado y de quien se desconocía su paradero. De esta forma es como se pone fin a la incertidumbre y tanto familiares como la víctima pueden descansar tranquilos, al cerrar esa triste página en su vida.
Según el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), organización pionera en el proceso de las exhumaciones, ya se cuentan 20 años de trabajo forense. Dos décadas desenterrando la terrible verdad de crímenes ocurridos en el pasado. En 1987 cuando las excavaciones se iniciaban a pedido de pobladores y sobrevivientes de masacres en las comunidades, debido a la falta de equipos forenses los bomberos, tanto municipales como voluntarios, eran los encargados de excavar.
Luego de dos décadas en donde el trabajo ha sido costoso y difícil, debido no sólo por aspectos jurídicos, legales y económicos, sino también políticos, la tarea continúa. El GAM reporta que en
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Quiché se han realizado exhumaciones en 34 comunidades, recuperándose 404 osamentas. Mientras que en Baja Verapaz, en dos comunidades se recuperaron 171 esqueletos. Departamentos como Alta Verapaz, Chimaltenango y Huehuetenango reportaron el descubrimiento de 30, 59 y 43 osamentas respectivamente.
En total han sido recuperadas 738 osamentas por el GAM, con posibles investigaciones y trabajos de campo que se llevarán a cabo en comunidades alejadas del Triángulo Ixil en Quiché, que todavía se encuentran en proceso de observación.