1982: unidad polí­tico militar de las fuerzas de izquierda


Mi definición ideológica y polí­tica ocurrió en 1951. Tení­a 17 años. El Programa de Gobierno del presidente Jacobo Arbenz, me convenció. En septiembre de 1953 ingresé al Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, en donde milité hasta 1997 cuando, por decisión del Comité Central, acordamos su disolución. Nunca secundé a ningún grupo que intentara fraccionar al partido. Por el contrario, hice lo que me correspondió por mantener su unidad orgánica, ideológica y polí­tica en la lucha y en sus tareas prácticas.

Ricardo Rosales Román

Hay desprendimientos orgánicos que prosperan porque la fuerza de donde provienen no está en condiciones de marchar al ritmo que la lucha exige o bien y, además, por discrepancias ideológicas, polí­ticas y de organización. Hay, por el contrario, desprendimientos fraccionalistas que no consiguen lo que se proponen pero dividen y debilitan la lucha revolucionaria.

El fraccionalismo se estimula y provoca desde dentro o de afuera. No hay que descartar que los grupos de poder tengan en cuenta tales posiciones y las promuevan a fin de dividir para golpear así­ como que algunos de los fraccionalistas o quienes «se quedan en el camino» ?intelectualmente y de palabra?, sean de lo más intransigentes y sectarios, descalifiquen todo en lo que no han estado, magnifiquen su proceder y terminen acomodándose al sistema o sirviéndole, y justificando sus inconformidades y resentimientos.

En el movimiento revolucionario guatemalteco los desprendimientos orgánicos se dan después de 1962. El fraccionalismo en el partido resurgió en 1978 y se volvió a dar en 1984.

Histórica y visionariamente, el paso más trascendental en el restablecimiento de la unidad de las fuerzas polí­tico militares desde la izquierda, se dio en febrero de 1982 cuando se informó la constitución de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, conformada por el Ejército Guerrillero de los Pobres, EGP, las Fuerzas Armadas Rebeldes, FAR, y la Organización del Pueblo en Armas, ORPA. Participó, además, el desprendimiento en 1978 del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, y que se reagrupó en el Núcleo de Dirección Nacional.

La inclusión del Núcleo, no fue un obstáculo para que en la Comisión Polí­tica del Comité Central, CP del CC, del partido se saludara este acontecimiento y se previera el papel que la unidad habrí­a de jugar en el desarrollo, fortalecimiento y ampliación del movimiento popular y social, el avance y profundización de la Guerra Popular Revolucionaria y, más adelante, en la lucha por una paz firme y duradera.

Nuestra no participación tampoco impidió que destacáramos la importancia de que en el proyecto unitario se tomara en cuenta a una expresión del destacamento organizado de la clase obrera guatemalteca.

La CP del CC, fue de la opinión que ?independientemente de los propósitos y decisión del dirigente principal del Núcleo, el fallecido compañero Mario Sánchez?, no podí­a dejarse de advertir sobre los problemas que habrí­a de enfrentar al tratar de, al interior de su reagrupamiento, hacer coincidir posiciones tan diametralmente opuestas en lo militar, ideológico y polí­tico, en lo teórico y práctico.

El fallido intento de abrir su propio frente en la costa sur, exacerbó las contradicciones al interior del Núcleo y puso de manifiesto el voluntarismo e imprevisión de quienes sostení­an una visión militarista de la guerra, subestimaban la lucha polí­tica y social de las masas, y absolutizaban el accionar operativo sin estar preparados y en condiciones de llevarlo a la práctica. Descuidos en seguridad, hicieron vulnerable a su dirección a los golpes del enemigo.

Varios de sus más destacados y consecuentes dirigentes, cuadros y combatientes fueron asesinados, secuestrados y desaparecidos. Ello trajo como consecuencia que cundiera el desánimo, el derrotismo, la desesperación y la inculpación a terceros por los errores cometidos, sin asumir las responsabilidades propias.

Lo más grave fue que su principal jefe militar se entregó al Ejército, pasó a ser un esbirro más y responsable de asesinatos, secuestros y desapariciones en aquel difí­cil momento.

Nuestra dirección, cuadros, combatientes y militantes fueron, igualmente, ví­ctimas de la escalada represiva de la pánel blanca, a cargo de El Hombre Lobo.

La conformación del Núcleo, ciertamente, debilitó al partido orgánicamente pero, a su vez, fortaleció ideológica y polí­ticamente nuestras filas. Los golpes recibidos en ese perí­odo, fue otra muy dura y difí­cil prueba a la que supimos hacerle frente y superarla exitosamente. Además, unió, fortaleció y cohesionó a lo mejor de la CP y del CC, de la militancia, cuadros y combatientes, se logró salvaguardar nuestra unidad y cohesión internas, fortalecernos orgánica, ideológica y polí­ticamente, y ?a partir de allí­? prepararnos mejor para las tareas prácticas y polí­ticas de la lucha armada revolucionaria.

De lo anterior y otras cuestiones más hay mucho que escribir. En este espacio, en forma resumida, me propongo irlo haciendo de hoy en adelante.