14 de febrero…


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“El que tenga un amor que lo cuide, que lo cuide, la salud y la platita que no la tire, que no la tire, porque el que guarda siempre tiene”. Con esta y otras frases de diferentes canciones románticas crecí, a mis padres les encantaba en las tertulias familiares y de amigos, cantar, tocar la guitarra, bailar y compartir. Es gracias a ello y a la época en que crecí, que sin mayor dificultad se vienen a mi mente esas reuniones y ante todo los conceptos que de manera bella y simple las melodías y canciones tenían.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com


El 14 de febrero ha sido consagrado como el Día del Cariño y entre más años pasan más fácil le es a la persona, incluyéndome, hacer un recorrido por su vida personal y comprobar que en la misma, de diferente manera y en diferente modo, ha estado el cariño y el amor presentes.

La tendencia del ser humano es a decantar esas vivencias y dentro de lo posible a eliminar lo desagradable y negativo, refinar y confirmar lo positivo. De adolescente, de estudiante, son las etapas que con mayor intensidad se siente y se manifiesta el amor. Para algunos esos amores son “flor de un día”, para otros son huellas eternas en las que dimos, recibimos, entregamos los más puros e intensos sentimientos. Es muy difícil pensar que haya un ser humano que no haya amado y si existiera ese caso, que triste y más grave aún, que intrascendente y estéril su paso por la vida.

Son los recuerdos de lo amado los que nos endulzan y nos estimulan al final del camino, no importando cuál sea ese final, entre más se ha amado más se ha vivido. Será por eso que nos es más fácil recordar lo amado que pretender al final de la vida nuevas etapas de un cáliz tan importante al punto que no se le desea rebalsar.

Del amor nacen normalmente las nuevas generaciones, los hijos, los nietos, son la materialización de la unión, no solo física sino anímica de la pareja, por ello no es de extrañar que cuando uno los mira encuentra la presencia de nuestros seres amados. Es tan frecuente escuchar que un hijo, que un nieto es igual o sumamente parecido a sus abuelos, a su padre o a su madre, es ese amor y esa continuidad la que se ha plasmado, hecho que de alguna manera nos hace no solo quererlos más sino consentirlos y dispensarles sus defectos o errores por cuanto, de hecho, están repitiendo el producto de la genética y del amor que los engendró.

El amor es tan íntimo y tan preciado que tanto el hombre como la mujer no solo lo atesoran sino raramente dejan que terceros lo vean, mucho menos lo analicen o critiquen, porque, independientemente del resultado que el amor haya producido en cada uno de ellos, es solo de ellos y por consiguiente nadie tiene que descubrir sus sentimientos, menos aún justificarlos.

El amor no es solo atracción o pasión, es espiritualidad, que sin duda alguna tiene también materialidad. Cómo explicarle a un hijo, a un nieto cómo es el amor que uno siente hacia su pareja o hacia él, o hacia sus hijos. No existe ser humano que pueda describir a la perfección lo que son los sentimientos y menos aún el sentimiento de amar, por ello es tan normal, tan frecuente que al final del camino de la vida se extraiga del fondo del ser humano ese sentimiento y en base a él la persona se sienta en paz, porque el haber amado le ha enriquecido, le ha permitido saber lo que implica esa sensación, esa alegría, esa satisfacción que se produce dentro de la pareja, dentro de la familia y que solo Dios puede comprender en su plenitud.

Este 14 de febrero cada uno de nosotros recordaremos el camino de la vida transcurrida, el hacerlo nos dará una gran satisfacción por el amor dado y recibido.

¡Guatemala es primero!