UNO- Son varias las versiones extraoficiales que se rumorean acerca de la falta de circulante en los bancos del sistema, pero un breve análisis que recibí de parte del pedagogo Edgar Juárez plantea válidos argumentos en torno a la carencia de papel moneda en los cajeros automáticos y en los entes bancarios del país.
Una de sus interpretaciones consistentes se basa en que esta inédita crisis tiene su raíz en la tardía intervención del Bancafé, por parte de las autoridades monetarias, que afectó a miles de guatemaltecos, a lo que se agregó la falsa especulación de la quiebra del G T Continental, lo que habría provocado que una «una millonada de ahorrantes retiró sus depósitos de los bancos del sistema y guardó el dinero en sus gavetas».
Desde el 4 de este mes los cajeros no atendían los requerimientos de los usuarios, y, luego, los bancos han ofrecido a los depositantes cantidades menores a las solicitadas, como si el metálico no fuera de los ahorrantes.
Posteriormente, las autoridades del Banco de Guatemala han reiterado desplegados de prensa, en el que vanamente intentan explicar la falta de liquidez del dinero circulante, aduciendo que obedece a una intensa actividad económica, derivada del excesivo ingreso de remesas familiares, y por la fallida introducción de billetes nuevos.
Resulta absurdo argí¼ir como defensa que el fenómeno sea efecto de esa intensa actividad económica, que inyecta mayor circulante al medio financiero; así como que el mayor ingreso de dólares provoca el mismo efecto.
En lo que atañe a la carencia de papel moneda, cualquier neófito en el campo financiero deduce que los billetes viejos no se retiran hasta que hay disponibilidad de nuevos.
Lo que se advierte es la grave irresponsabilidad de funcionarios del BANGUAT al no prever las consecuencias de la carencia de papel moneda en el mercado, que mucho desdice de una institución que hasta hace poco era ejemplo de organización estatal eficiente y eficaz.
Tiene razón el licenciado Juárez en el sucinto análisis al aseverar que «causa pena y vergí¼enza que las autoridades del Banco de Guatemala piensen que los usuarios somos una partida de estúpidos» dispuestos a aceptar sus argucias, cuando que, en realidad, lo que sucede es que por la avalancha de depositantes retirando sus ahorros y ante el riesgo de que el sistema bancario y financiero colapsare, funcionarios de la banca central ordenaron a los bancos del sistema no pagar más que reducidas cantidades de dinero, como si los usuarios no tuviesen derecho de hacer con su plata lo que les dé su regalada gana.
Adicionalmente, se refiere a la incapacidad de los ministros de Estado que integran la Junta Monetaria, todos ellos «empresarios de éxito», como el presidente Berger.
También se conjetura que el economista Lizardo Sosa, ex presidente de la JM y del BANGUAT, deliberadamente habría omitido ordenar oportunamente la fabricación de nuevos billetes, para poner en evidencia a su sucesora, la también economista María Antonieta de Bonilla, como ella misma lo ha señalado, pretendiendo evadir incumbencias suyas.
Como fuere, lo que procede legalmente, señala Juárez, es que los depositantes afectados que no quieran seguir agachando la cabeza ante los poderosos banqueros y las autoridades bancarias, levanten actas notariales en las que hagan constar que no les quieren entregar el dinero que les pertenece, para, seguidamente, entablar demandas por el delito de retención indebida.
DOS- Por aparte, he leído las razones del señor Federico Castillo Valenzuela acerca de la ambigí¼edad de uno de sus escritos. í‰l no es culpable de ignorar elementales principios del periodismo, que los que ejercemos este oficio o profesión desde nuestra adolescencia o juventud, aprendimos en las escuelas de esta materia y en la práctica diaria, que consiste en ser puntual en determinar nombres, lugares, fechas, razones, causas y efectos (las 5 W´s inglesa) que debe contener una noticia o reportaje, y que también se aplica en los artículos de opinión para lograr concreciones.
Además, don Federico, le cuento que los periodistas pagamos nuestra novatada cubriendo la crónica roja, que obliga a realizar tareas propias de investigación policial; lo felicito porque su hogar es modelo de perfección, y no me siento ofendido por su comprensible enfado expresado en desdeñosos conceptos; pero, como enfatizó Marco Vinicio Mejía, la persona que escribe opiniones en un diario debe hacerlo con rigor y precisión. Es una simple sugerencia, mi estimado señor Castillo, porque usted merece mi respeto por su vocación de servicio comunitario. No he querido agraviarlo.
Respecto a un Perico de los Palotes que ansía terciar en este trivial asunto, como no sé que pata puso ese huevo, ni siquiera mencionaré su nombre, para que siga en el anonimato de su mediocridad.
(Romualdo asegura que los economistas María Antonieta de Bonilla y Lizardo Sosa nacieron en Milpas Altas o Río Hondo, pero no crecieron físicamente en ninguna parte).