1- Elusiones de Giammattei 2- Evasivas de ex gerente


Eduardo Villatoro

UNO- El médico Alejandro Giammattei inició con mal pie su marcha hacia la proclamación de su candidatura presidencial de la GANA, al utilizar recursos del Estado en su primera entrevista con un grupo de alcaldes afiliados al partido oficial.

Al mejor estilo de polí­ticos marrulleros, el secretario general de la GANA y el presidente de la Asociación Nacional de Municipalidades intentaron taparle el ojo al macho cuando se descubrió que el alquiler del local donde se efectuó la reunión del ex director general del Sistema Penitenciario con los alcaldes oficialistas, fue pagado con dinero de aquella organización municipalista.

El señor Giammattei tuvo la valiosa oportunidad de demostrar que no es de los polí­ticos gobiernistas que se aprovechan de los recursos estatales, como lo pregonó jactanciosamente cuando aceptó la nominación (en el despacho presidencial, para más lujo), porque pudo haber anunciado que echarí­a de su entorno a los responsables de ese acto de corrupción; pero se quedó callado cuando uno de los organizadores de la asamblea arguyó que el salón fue alquilado a nombre de la ANAM, porque era la única forma que les dieran crédito.

Luego, a los pocos dí­as el alcalde Antonio Coro, de Santa Catarina Pinula, fue el anfitrión de la reunión que, en las instalaciones municipales locales, realizó el comité ejecutivo departamental del partido oficial, con la presencia del ex Director de Presidios, por supuesto, contraviniendo normas de la Constitución Polí­tica y de la Ley Electoral.

El alcalde Coro tuvo un chispazo de sutileza al aducir que únicamente invitó al presidenciable de la GANA y a otros funcionarios públicos afiliados al mismo partido a «tomar un café, porque a las visitas no se les puede atender en el parque». ¡Serí­a bochornoso! Primero están las reglas de urbanidad, y muy lejanas las normas constitucionales.

El candidato Giammattei desmintió esta versión, empero. No le apetecí­a un sorbo de café, sino que por urgencias fisiológicas que le afligí­an, le era preciso utilizar el servicio sanitario donde el alcalde Coro expulsa sus residuos lí­quidos y sólidos.

Emergencias corporales de cualquier mortal, y no violaciones a la ley, sostendrá el señor Villa.

DOS- Con la jerga que emplean algunos economistas que son incapaces de hacerse entender por el vulgo, y descendiendo de la altanerí­a en la que se acomodó durante seis años en la gerencia del Banco de Guatemala, el señor Edwin Matul pretendió deslindarse del problema derivado de la escasez de papel moneda que afecta a cientos de miles de guatemaltecos, deteriorando la imagen de eficacia y eficiencia que caracterizaba a la banca central.

Este enfatuado señor Matul, que cuando fungí­a como gerente del BANGUAT era incapaz de atender llamadas telefónicas, porque, según sus secretarias «está ocupado» (ni modo que se encontrara holgando), publicó un tedioso documento en elPeriódico del pasado martes, por medio del cual infructuosamente intenta afirmar que él es totalmente ajeno a la crisis que abarca a todo el paí­s, por insuficiencia de circulante; pero evade deliberadamente abordar los aspectos torales de la investigación que realizaron el Banco de Guatemala y la Junta Monetaria respecto a este fenómeno monetario.

El esquivo Matul no se refiere en absoluto al memorándum que el señor José Fernando Ramí­rez, quien, en su calidad de subdirector del departamento de Emisión Monetaria, envió el 25 de febrero de 2005 al gerente financiero de entonces, Carlos Rafael Garcí­a, en el que le informaba sobre la falta de billetes nuevos. Esa advertencia, planteada con suficiente anticipación, fue transferida al ex gerente Matul, quien deberí­a haber gestionado ante la Junta Monetaria la autorización para la compra de billetes.

El 26 de julio del año anterior, cuatro meses antes de que aflorara la crisis, el señor Ramí­rez alertó de nuevo a su jefe Carlos Garcí­a acerca del déficit de Q885 millones, y recomendó la compra directa a los últimos fabricantes, por tratarse de una emergencia.

De esta otra advertencia el señor Matul admite que sí­ tuvo conocimiento, pero permaneció impertérrito, como si el asunto no fuese de su incumbencia, sin percatarse que el problema generarí­a un escandaloso desequilibrio que perjudica especialmente a las clases populares que no utilizan tarjetas de crédito.

Lean las explicaciones del ex gerente Matul, y se darán cuenta que apenas alude a la segunda de las advertencias documentadas del subdirector de Emisión Monetaria, pero sin conferirle la importancia que sí­ le otorgó el señor Ramí­rez, único de los tres funcionarios mencionados que asumió su deber y procedió con diligencia.

Por lo demás, quizá un chispudo reportero inquiera cuántos millones de quetzales recibió el ahora ex gerente Matul en concepto de indemnización y otras prestaciones en premio a su indolencia, aunque intente maquillar su imagen machucada.

(El economista Yamatey Romualdo Matul cita a fray Antonio de Guevara: ¡Cuántos en las cortes tienen oficios preeminentes, a los cuales en una aldea no los hicieron alcaldes!).